sábado, 2 de junio de 2007

Envejeciendo

Este verano cumplo cincuenta años, esto hace que observe con mas atención a las personas de mi edad. Me fijo mas en el aspecto de los hombres y de las mujeres que se encuentran en mi tramo de edad. Y me he percatado de que hay muchas diferencias.
La primera cosa que es distinta para nosotros y nosotras es la pertenencia a uno u otro sexo. No es lo mismo ser una mujer de cincuenta años que un hombre. Los hombres de esta edad se emparejan normalmente con mujeres mas jóvenes. Sobre todo si se trata de nuevas parejas. Este detalle es muy facil observar en el celuloide. Un galán puede tener perfectamente sesenta años o mas, como por ejemplo Redford, Connery, Constner, Pacino, De Niro, Newman... todos ellos siempre acompañados por mujeres mucho mas jóvenes que ellos.
Las actrices sin embargo pasan una terrible crisis pasados los cuarenta. Si tienen suerte, pasan de ser "la chica", a ser la suegra en un pis pas... y claro se convierten en unas suegras estupendas.
Estas imágenes son las que se fijan en nuestras retinas y lo que es peor en nuestro subconsciente, y en nuestras almas. A partir de ese momento dicen que somos invisibles. No lo sé, pero me parece que empieza a ser real.
No lo he notado tal vez porque no me fijo, o tal vez porque para mi chico soy muy visible y me siento estupenda, pero trabajo con muchas mujeres que se sienten derrotadas, comparadas, ocultas, envueltas en silencio, no tenidas en cuenta. Y estas imágenes, estos roles a los que nos relegan nos van convenciendo de que ya queda poco. Y yo me niego a eso.
Siento que me queda lo mejor, que ahora generalmente soy como deseo ser; me siento viva, con planes, con proyectos incluso para cuando me jubile. Ahora digo lo que siento, sin pedir disculpas por ello. Soy directa, sin rodeos, puedo ser agresiva si me provocan, respondona si es necesario, dulce si me siento dulce, amarga si es así como estoy por dentro. Soy yo misma por fin.
1980... 2007: Veintisiete años... no es casi nada