domingo, 22 de febrero de 2009

El efecto mariposa

El viernes me lié la manta a la cabeza y me gasté un pastón en unos zapatos rojos y un bolso de CH. Una costosa preciosidad, pero no pude evitarlo, me enamoré.
¡Que emoción!... Póngamelo por favor.
Y salir del establecimiento con ese precioso envoltorio en caja roja con lazada CH y una enorme y lujosa bolsa de papel que va diciendo: “esta que me porta es especial”.
Mi amiga Carmen se reía después mientras se lo contaba, cuando íbamos a cenar y de copas. Nos dirigimos hacia los locales que se merecían mi bolso y mis zapatos... más o menos.
Pero ayer sábado me levanté arrepentida de ello. Estas son mis contradicciones. Y para mayor arrepentimiento me llegó por mail, un archivo sensibilizándonos ante las injusticias sociales; se me caían las lágrimas mientras veía a niños de cuatro a seis años dando la vuelta a los ladrillos mientras se secan al sol (porque pesan poco y no deterioran los ladrillos todavía húmedos). Vamos, que me sentí absolutamente culpable... estuve a punto de devolver parte de mis compras. No lo hice, pero estuve pensando en ello.
Hoy se que no repararía nada, yo ahorraría algo, eso sí. Pero lo terrible es que nos enviamos correos solidarios, nos intercambiamos emociones y arrepentimientos, nos oponemos ideológicamente a todo tipo de violencia... pero todo sigue casi igual.
¿Que puedo cambiar yo? Puedo colaborar con algunas ong´s como hacemos Javi y yo. ¿Es suficiente? Puedo cambiar lo que hay a mi lado. Colaborar a mi alrededor, ser solidaria en mi entorno, supongo que eso puede ir extendiéndose...
Aunque yo no sea una mariposa que aletea, ni estoy en Pekín… me gustaría que algo mejorase en algún lugar el mes que viene ¿no era algo así el efecto mariposa?

martes, 10 de febrero de 2009

Harta...

Sigo convaleciente y harta... En casa se está para disfrutar, para gozar de la soledad y del tiempo libre... y no para soportarse de mala manera. Me pone de los nervios no poder hacer nada. No me concentro para estudiar, ni para leer; justo entro un rato en la red, miro el correo... y nada mas.
Miro tele, pero es preocupantemente aburrida, y me pone de mala leche. Dice mi santo que soy mala paciente. Seguro que tiene razón, soy impaciente e impetuosa y no soporto sentirme mal. Esta vez lo llevo francamente mal.

Y el viernes vino Maritxu, bueno la trajo su madre, porque ella con tres meses ya me dirás... Esta preciosa, como se ríe, a carcajada limpia, y como le gusta bailar... se mira al espejo y se pone tiesa ella... y si yo canto... ella tararea o balbucea y suelta babas...
Cualquier cosa que un bebé haga es una maravilla para los suyos, cuando nació Karmele era igual, con Nerea lo mismo, y con Noemi... después vinieron María, Uxue y Leire.


Pero yo de la que mas me acuerdo con Maritxu, es de su madre. Yo tenía 16 años y ella era un bebé precioso, lista, alegre, risueña... me encantaba jugar con ella, comprarle ropa... le llevaba de punta en blanco. Lo que menos me gustaba era ir a comprar ropa para mi con ella... cuando salía del probador, las dependientas ya conocían mi vida completa... obra... milagros... que si Salamanca... que si tal... era adorable y parlanchina, pero un poco indiscreta... jajaja...